Una fotografía ampliamente difundida y captada en el centro de este poblado mazateco desnuda una realidad innegable: personas conocidas comienzan a fallecer en sus domicilios, sin atención médica, con carencias, sin medidas sanitarias que pongan a salvo a los demás miembros de la familia, ni mucho menos con el auxilio de la autoridad municipal a través de un protocolo para el entierro de cuerpos COVID.
Con 31,551 habitantes, el municipio más grande de la región Cañada y centro económico de la Sierra Mazateca –que está conformada por 19 municipios–, padece en carne propia la pandemia que sus habitantes veían lejana.
En la primera semana de julio, las versiones extraoficiales sobre varios casos de COVID-19, incluso entre personal del Ayuntamiento, fue minimizado por las autoridades municipales, quienes se avocaron a ocultar cualquier información, lejos de prevenir a la población sobre lo que estaba ocurriendo.
Hoy, Huautla de Jiménez no solo padece un brote de COVID-19 sino también un vacío de autoridad que enciende las luces de alerta entre las autoridades auxiliares de las agencias municipales y rancherías debido a que nadie las orienta para dar información real en sus comunidades sobre la nueva enfermedad.
No existe a la fecha un protocolo de actuación por parte del Ayuntamiento que les permita conocer, ante la falta de pruebas para detectar casos positivos, cuántos casos sospechosos existen, dónde se ubican y qué acciones pueden tomar los vecinos para reducir la propagación del virus.