La vacuna ya se está produciendo a riesgo, porque no se sabe aún su efectividad. Las investigaciones se encuentran en fase 3, la última de un largo proceso de desarrollo. Si la vacuna se confirma exitosa, América Latina tendrá garantizada dosis a bajo costo y de producción regional, aseguró Fernández. “Serán distribuidas equitativamente en todos los países, a medida que los Gobiernos lo demanden. La producción latinoamericana va a estar a cargo de Argentina y México. Este acuerdo le permite a América Latina acceder a entre seis y 12 meses antes a la vacuna”, dijo Fernández en una rueda de prensa. Más tarde, desde la oficina de prensa de presidencia dijeron que el argentino se había comunicado con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para “compartir el entusiasmo de encarar de manera conjunta el desarrollo y fabricación de la vacuna”.
El proyecto supone una división regional del trabajo. El laboratorio argentino mAbxience, del grupo Insud, fabricará la sustancia activa de la potencial vacuna. El laboratorio mexicano Liomont completará el proceso de acabado y empaquetado. “Este es un emprendimiento privado que se ha convertido en un proyecto sin fines de lucro. Hay que celebrar la conducta de la empresa y de la Universidad de Oxford, porque están garantizando una vacuna sin buscar beneficios. Los dueños de la vacuna son AstraZeneca y Oxford. Han confiado a Argentina la producción del componente central y a México el resto del proceso”, explicó Fernández. La idea es producir un piso de 150 millones de dosis y un techo de 250 millones. “Los expertos calcularon que América Latina necesita 230 millones de dosis”, dijo el presidente.
La vacuna experimental desarrollada por la Universidad de Oxford es una de las más avanzadas y de resultados más esperanzadores. Cada dosis genera una fuerte respuesta inmune sin provocar efectos adversos graves, según los datos de su primer ensayo en humanos, publicados el 20 de julio en la revista médica The Lancet. En las pruebas, que comenzaron en abril, han participado más de 1.000 voluntarios sanos en el Reino Unido. La vacuna, llamada Chadox, también se prueba en Brasil y Sudáfrica.
Su fórmula está elaborada a partir de una versión debilitada de un adenovirus del resfriado común de los chimpancés. El virus está modificado genéticamente para impedir su multiplicación y añadir genes con las instrucciones para fabricar solamente las proteínas de la espícula del coronavirus, que sirven de llave al virus para entrar en las células humanas. Estas proteínas ajenas generadas por la vacuna entrenan al sistema inmune y, según muestran los nuevos resultados, provocan la creación de una doble barrera: a los 14 días, los pacientes desarrollan anticuerpos neutralizantes, que bloquean las partículas extrañas, y a los 28 días crean linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco que destruye las células infectadas. Las primeras pruebas determinaron que lo más probable es que sean necesarias dos dosis.