Esta tradición milenaria que se celebra en vísperas de la Cuaresma, el “Carnaval del torito”, sirve de cohesión social pues reúne a cientos de pobladores entorno a comparsas y recorridos a pie que con los toritos de petates y Huehuentones, que escenifican la caza y venta de los vacunos.
También la prohibición de comer carne roja durante la Cuaresma, víspera de la Semana Santa, periodo de recatamiento espiritual dentro de la tradición católica.
Según la investigación del antropólogo social de la Escuela Nacional de Antrpología e Historia, Jose Alberto Rosete Cabanzo, en los años 60 en esta comunidad mazateca cada barrio sacaba un torito y se juntabana en el centro de la población para cantar y bailar todos juntos e incluso se invitaba a otros pueblos.
Otra tradición oral indica que el carnaval también representa el Inicio de la temporada de la siembra del maíz y preparación de las yuntas, actividad que se reconstruyó a partir de las costumbres de los pobladores del Valle de Tehuacán y Coxcatlán, en Puebla; de uncir a los bueyes y arar la tierra.
En los carnavales de la Sierra Mazateca, vigentes desde 1913, participan todos, escuelas, familias enteras y los músicos tradicionales que dan vida a las comparsas y que con sus acordes rescatan la historia de los pueblos mazatecos.
En la región algunos habitantes señalan que también se realizan carnavales en Tecomavaca y San José Tenango, en palabras de Rosete Cabanzo es probable que en localidades de la Sierra Mazateca se realice el carnaval, que tiene un origen de resistencia y dominación.
“Los toros no eran propiamente de origen mesoamericano, sino, venía con la conquista española, por eso el ritual de cazar a los toros, era en referencia de expresar resistencia por parte de nuestros pobladores mazatecos”, explicó el antropólogo.
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