Hoy en la Cañada, honran al revolucionario que prefirió morir en prisión antes que arrepentirse de su rebeldía y el perfil de Facebook “Pensamientos Magonistas” publica el fragmento de una carta que el oaxaqueño fundador del periódico Regeneración -medio crítico a la dictadura del General Porfirio Díaz- escribió desde prisión, dos años antes de su muerte, el 21 de noviembre de 1922 y que encierra muchos de los principios e ideales de este político y periodista.
“En el Departamento de Justicia se dijo al Sr. Weinberger que nada puede hacerse en mi favor si no hago una solicitud de perdón. Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; He experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalleciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celo fanático, y esa cosa es mi honra como luchador.
Pedir perdón significaría que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para producir y consumir, y no estoy arrepentido de ello; más bien me siento orgulloso de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anarquistas; y no me retracto, afirmo, afirmo que si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo.
Así pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y a morir en la prisión; más prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: “Aquí yace un soñador”, y mis enemigos: “Aquí yace un loco”; pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: “Aquí yace un cobarde y un traidor a sus ideas.””
-R.F.M., carta enviada desde la Penitenciaría Federal de los Estados Unidos, en Leavenworth, Kansas. 1920.