Muchos jóvenes están migrando por la violencia en Chiapas, lamenta el obispo de San Cristóbal

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis. (apro).– Unos mil 300 jóvenes llegaron desde las diferentes regiones donde se encuentran las 42 parroquias de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas para rezar por la paz y por la vida, por el fin de la violencia en sus pueblos y sus comunidades, pues los jóvenes están migrando, “están saliendo de sus hogares”, dijo el obispo Rodrigo Aguilar Martínez.

Jóvenes de los pueblos originarios tsotsiles, tseltales, choles, tojolabales y no indígenas participaron el domingo en una procesión que partió desde las afueras de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas hacia el centro de la ciudad, donde fueron recibidos por el obispo Rodrigo Aguilar Martínez.

Luego de participar en la “Primera Jornada Diocesana de la Juventud”, los jóvenes llegaron hasta la catedral, donde el obispo encabezó la ceremonia religiosa para llamarlos en oración y mantenerse fuera de toda amenaza y tentación presente en sus pueblos y en sus comunidades.

Kelly Georgina dijo en entrevista que los jóvenes están expuestos a muchas amenazas y riesgos, como son las drogas, el alcoholismo, pero también a formar parte de las pandillas o del narcotráfico.

Tanto en la homilía dominical como en la entrevista, el obispo Rodrigo Aguilar Martínez dijo que en regiones de Chiapas donde impera la violencia, “muchos jóvenes, varones y mujeres, están saliendo de sus hogares, abandonando sus comunidades, buscando sea en otros estados del país, o incluso fuera del país”.

Pero los más de mil jóvenes que participaron en esta jornada eclesial dijeron que “no quieren emigrar, quieren dar frutos en sus lugares, donde viven, donde trabajan y donde estudian”.

Aguilar Martínez expuso que entre las amenazas que existen en torno a los jóvenes está el afán y la prepotencia de obtener un liderazgo en la sociedad, cuando ha quedado claro que el único guía es Jesucristo. Pero que hay otras amenazas, como “el negocio fácil, las ganancias chuecas”.

Ante el aumento de pandillas y su reclutamiento, el obispo los llamó a “recapacitar”, pues hasta en la propia vida, dijo, “Dios está intentando sembrar trigo. Pero también el maligno está sembrando cizaña. Entonces, reconozcamos esas dos tendencias que hay en nuestro corazón. Y la cizaña nos provoca división, odio. En cambio, el trigo nos provoca paz, vida nueva y unidad”.